jueves, 28 de mayo de 2009

HISTORIA DE SEVILLA

La historia de Sevilla está íntimamente ligada a la del río Guadalquivir, pues desde sus orígenes desempeñó el papel de puerto fluvial y puente entre el Océano Atlántico y el interior de la región andaluza. La Sevilla primitiva nació allí donde el cauce del río dejaba de ser navegable para las grandes embarcaciones. Las excavaciones arqueológicas permiten afirmar que el asentamiento humano se hizo estable hacia el siglo IX a.C. Durante siglos, analistas y eruditos reclamaron para Hércules, el más popular de los héroes mitológicos, el honor de haber marcado con seis pilares de piedra el lugar donde Julio César fundaría la ciudad de Sevilla, a la que llamó Lulia Rómula Híspalis.
En el año 206 a.C. Escipión el Africano estableció un contingente de soldados veteranos en Itálica, a pocos kilómetros de Sevilla. Sin duda se trata de un lugar de visita obligado para todos aquellos que quieran comprender el alto grado de desarrollo que alcanzó la provincia Bética durante la época imperial. La cuna de Trajano y Adriano vivió días de esplendor durante los siglos II, III y IV d.C. A finales del Imperio se había convertido en la urbe más importante de Hispania y en la undécima del mundo.
En el año 411, los vándalos silingos se apoderaron de la provincia Bética. La toma de Híspalis se produjo en el 426 por parte del vándalo Gunderico.
Mayor repercusión tuvo la etapa de dominación visigoda coincidiendo con el reinado en Constantinopla del emperador Justiniano (527-565). En el reinado de Recaredo, en el año 589, conoció una espléndida bonanza cultural.
El nombre romano de Híspalis se troncó por el de Isbiliya desde que en el año 712 la ciudad cayó bajo la dominación islámica. Durante los cinco siglos de dominación Sevilla desempeñó un papel político y cultural de primer orden.
La caída del califato cordobés en 1035 provocó la desintegración de la unidad territorial andalusí, surgiendo una serie de reinos independientes, entre los cuales se encontraba el de Sevilla. Durante el período de gobierno de los monarcas abbadíes, Isbiliya alcanzó no sólo su máxima expansión territorial, sino también una total preponderancia sobre las demás taifas.
Para frenar el ansia expansionista de Alfonso VI, rey de Castilla y León, los reyes musulmanes de Badajoz, Granada y Sevilla, acordaron pedir auxilio del exterior y no había otra fuerza más próxima que la de los bereberes africanos almorávides. A la postre, el poder almorávid se resolvió contra los propios reinos taifas, adueñándose de Sevilla en el 1091. La extremada rigidez religiosa y la intolerancia social impuesta por esta dinastía desencantó al pueblo, que enseguida se organizó en movimientos independentistas. Todo ello provocó la llegada al país de los almohades, quienes desembarcaron en Cádiz en 1146.
Los almohades impusieron a Sevilla como capital administrativa de Al-Andalus. Llegaron los días de bienestar y prosperidad, aunque entremezclados con otros de inquietud, a causa de las frecuentes incursiones castellanas en el territorio y de las periódicas crecidas del Guadalquivir. Ello no impidió que los almohades desarrollaran un importante programa constructivo en el que hay que destacar la edificación de una mezquita mayor donde hoy se alza la imponente catedral hispalense. Hacia el año 1220 el poder almohade camina hacia su total declive, entrando triunfalmente en la ciudad en 1248 el Rey Fernando III, convirtiendo a la ciudad en un extenso reino cristiano de perdurable vigencia civil y eclesiástica. Su hijo y sucesor Alfonso X el Sabio sintió siempre verdadera debilidad por Sevilla, viéndose correspondido con creces por sus habitantes.
Los años posteriores a la reconquista de Sevilla conocieron el asentamiento en la ciudad de una nutrida colonia de judíos. En 1391 la comunidad hebrea fue objeto de un violento asalto con numerosas muertes y saqueos. Sobre la antigua judería hispalense se conformaron los barrios de Santa Cruz y San Bartolomé.
En el año 1401, el cabildo de la Catedral de Sevilla adoptó un acuerdo trascendental para la historia religiosa de la ciudad; nada menos que la construcción de una nueva iglesia metropolitana. La Catedral de Sevilla fue consagrada en 1507.
Con el Descubrimiento de América en 1492 se inicia la Edad Moderna y Sevilla se erige, durante más de dos siglos, en puerto del Nuevo Mundo. En los Reales Alcázares de Sevilla se creó en 1503 la Casa de la Contratación, organismo fundamental para regular las relaciones mercantiles, científicas y judiciales con América.
En los primeros años del siglo XVI, la preocupación por contar en Sevilla con estudios superiores se plasmó en la fundación del Colegio Santa María de Jesús por Maese Rodrigo Fernández de Santaella. Esta institución fue el germen de la futura Universidad Hispalense.
A pesar de la opulencia vivida durante la centuria anterior, la Sevilla del siglo XVII no puede sustraerse a la grave crisis económica que por entonces afectaba a Europa en general y a España en particular. Sevilla, inflamada de espíritu contrarreformista, se transforma urbanísticamente en una ciudad-convento. Resulta indudable el peso de lo religioso en la Sevilla barroca, ganándose a pulso el calificativo de "Tierra de María Santísima".
Con el traslado de la Casa de la Contratación y del Consulado Marítimo a Cádiz en el año 1717, Sevilla perdió el monopolio del comercio indiano y comenzó su declive.
Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX para que la ciudad inicie una nueva expansión apoyada en la construcción del ferrocarril y aprovechando el derribo de parte de sus murallas antiguas. La ciudad crece hacia el este y el sur, es el Ensanche decimonónico, que se completa en las primeras décadas del siglo XX con los edificios construidos con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 (Plaza de España, Jardines de María Luisa).
Tras la exposición Sevilla acomete la remodelación de su infraestructura: creación del aeropuerto, obras hidráulicas de canalización del río y sus arroyos para frenar los desastres de las inundaciones, red de tranvías, etc. La ciudad se lanza a partir de los años 60 a una verdadera expansión que configura las actuales barriadas periféricas. En 1992 se celebró la Exposición Universal (Expo 92) en la Isla de la Cartuja. Sevilla entra en el siglo XXI totalmente remodelada y modernizada.